martes, 4 de agosto de 2015

El hombre es un semidiós: tiene siempre uno u otro pie en la tumba; la -mujer es divina porque siempre puede tener los dos pies en el mismo lugar, sea en el cielo, en el infierno o en la tierra.
El hombre la envidia y se miente a sí mismo acerca de su integridad, y con ello se hace desdichado; porque si él es divino, ella no es ni siquiera una semidiosa, sino una mera ninfa, y su amor a ella se convierte en desprecio y odio.
Robert Graves “La Diosa Blanca”

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