Un poema para cada día de Abril
Estoy tejiendo una serie de palabras incoherentes, incandescentes, me titubean las raíces.
Mientras tanto loca de silencio me vomito las entrañas con caricias invisibles, las mezclo con azul y palpitan dancitas en mis huesos. Recuerdo tu mirada de ángel, pequeña gota de luz. Pensé que pasaría desapercibido el día, me reía y buscaba sombras de consuelo. Saboteé la última palabra de aliento, me cubrió la noche y me quedé desnuda con tu recuerdo, gotita celestial; nada más puro que tú, ninguna flor me devuelve tu silencio. Qué confusión, tú ya no estás y yo que estoy aquí pegada a mis huesos te recuerdo, me haces tanta falta gotita, tú. Sé que algún día llegaré, en algún alba luminosa te veré te abrazaré de nuevo, para ya nunca saber. Dame la fuerza para entender tu huida, tu paso, tu destino, tu cariño, tu paz, tú, vida. Arráncame los velos. Mi ángel de luz, anémona callada, ¿cuál es el misterio de lo eterno? ¿Qué queda en estas horas?
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