lunes, 29 de agosto de 2016

Borrador

Decidí comenzar a vivir sin música. Decidí también dejar de escribir y vivir con una especie de anemia lírica. Todo lo que pudo ser plasmado se detuvo en la aduana de las ideas; se dio la vuelta y regresó a ser rejurgitante sensación de náusea en las tripas, de "aquí ya no caben más palabras." Y decidí, cerrar las puertas a aquella que entonces iba in creccendo para esconderme, huidiza, en el quicio de la ventana. Los días se convirtieron entonces en una irreparable suave marea, una corriente entumecedora en la que permanecía húmeda, silenciosa... Las noches de opio y desvanecimiento se tornaron dulce tormento de ir a la cama en búsqueda de nuevas vidas oníricas, de otros senderos menos contaminados. Y buscaba algo más que lo que uno encuentra en los espejos. —espasmos. – me repetía antes de sumergirme en la bocanada implosiva. Y así, con una sonrisa a medio estar me iba desimaginando

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