miércoles, 18 de marzo de 2015

ñ

Esta es una carta que nunca te voy a enviar.
 
Está comprimida en cinco centimetros de irreverente y sobretodo pura necesidad.

Y bien

la suerte me sonríe, soy yo la que se vuelve loca en cada rotación del mundo
y es que la vida está bien, está todo donde debe de estar...
pero hay una ansiedad en mi pecho que me invita a lanzarme en abismos inherentes
 
que me llena los labios de temblores y me va absorviendo las gotas que tengo en los ojos

es el perdurable efecto de funambulista del delirio
 
y la ebriedad sin pies 
ni cabeza.

Pienso que si te odias
vives bajo la paranoia
de pensar que todos
te odian por igual.

y que si tratas con la suerte
y las sonrisas
la vida sigue el flujo

creo que el secreto de la vida
está escondido en un instante.

Y que en tus besos, a veces
el instante se extiende casi como dos instantes.