Hoy intento no escribir desesperadamente, pero es la única manera en la que siempre me han fluido las palabras: arrebatadas, viscerales, sin contexto ni piedad.
Sin ganas de decir algo digo todo lo que digo. Y... la rima... se desvanece.
No sé si es esto un poema mal hablado o un ensayo sin-sentido.
No sé lo que sé y lo que supe sólo lo creí saber.
Me gusta responder los crucigramas cada lunes, me hacen sentir funcional.
Sobre todo hacerlo mientras estoy esperando mi comida en el restaurante de la esquina y las personas me ven y no me toca su mirada.
Me encanta también de sobremanera poder convertirme en un transeúnte, una transeúnte loca que va caminando entre estímulos de gente triste y aplastada entre sus propios espasmos (silencios que gritan).
Me gusta la vida, cómo a ti.
Quizás en mis "a veces" y en tus "nuncas" prevalece el equilibrio.
Encontrarte danzando en mi mente me resulta fascinante.
Te llamo con los ojos. Y nunca digo nada.
Querido hermano humano.
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