Se me olvidó quién era, y es que quizás nunca lo supe.
Intentaba entender algo que jamás existió. Ahora me siento confundida, asustada, me miro en el espejo y ya no entiendo a ese rostro pálido que me observa. Hoy me traicionaron las ganas, me venció el encanto transparente del pasar del tiempo. Voy caminando por recuerdos que me saben ya muy viejos, ya muy lejos... hoy me despertó la densidad de una tormenta en mis huesos.
Todavía tengo esa vieja sensación contenida entre mis manos, en mis pechos. Las palabras se deslizan entre risas insospechadas desde la punta de la lengua. Se me van las horas. ¿Es ésto aún un sueño? ¿o será qué ya estoy durmiendo en realidades? ¿dónde está la alondra que conjura el amarillo de los días? Hoy me despertó el amargo perfume de la duda.
¿Sí? ¿no? ¿tal vez? ¡Yo no sé! Necesito más suspiros, mi piel requiere la emoción de lo efímero; latiendo.
¿Por qué no me dejan huir? ¿¡para que quiero yo encontrar el sentido... si todo lo olvido!?
Ojalá llovieran las historias, qué bueno sería, de pronto, encontrar un cúmulo de imágenes vivas en la fuente.
¿He perdido la cabeza? tal vez sí, ¿sabes tú? ¡yo no sé!
Tic toc
el tiempo avanza.
yo estoy aquí, rodando entre los ejes.
Pensando.
Así se me van los días
soñando.
A veces creo que todo lo que tenía que decirse ya fue dicho, qué hoy estoy en el lugar correcto. Y que no es más que una incendiada cólera lo que toca a mi puerta, una explosiva histeria que me exige correr y saltar entre las sombras. Ah, la palabra funge cómo alivio, me aligera el paso, me extiende pequeñas sonrisas cósmicas en los cúmulos del cuerpo.
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