lunes, 14 de octubre de 2013

Una vuelta en mi eje

Actualmente soy una victima de la trivialidad, se ha tornado nimio lo que pasa fuera de esta habitación oscura, sólo me acompaña la efímera sensación de aproximarme a una respuesta que no busco y un ligero estruendo de ideas galopando hacia la punta de los dedos. Lo que verdaderamente sé, en este momento oblicuo entre mis polos, es qué si mi mente se detiene, de pronto, el mundo será absorbido por sí mismo, para luego desbordarse apenas cómo un breve hilo en la memoria. Me repito una y otra vez, para no descuidar el contenido, que lo que hago es únicamente un obstinado intento más por atrapar el ahora, exprimirlo en letras y separar las imágenes con algunas palabras inteligibles. Después de todo, tras lanzar al aire una serie de expectativas, por más fuerte que sea la potencia de arranque; pronto aterrizan los conceptos, y cuando la caída se aproxima, solamente es perenne el precepto del momento en el que la tensión decide estirarse y de ese modo dar impulso de nuevo a la oscilación y continuar la trama, o bien, cuando ciertamente decide romperse y de tal modo terminar con el juego. Así, tras la caída del sentido, concluye ahora la función de equilibrista: ha cesado mi tenaz intento de mantener en el aire, con el mismo ritmo, la linea continua de nada; sin titubeos. Al final, aún no acude a este encuentro la respuesta, es por eso que me acostumbro a morir cada hora para despertar de nuevo, ya sea al resplandor o a una nueva incógnita; esperando descifrar la vida un poco, siempre conmigo, desconociendo quién es la que me ve desde el espejo y por qué, si yo de este lado me encuentro fugaz y contenida, condenada a la persistencia itinerante de la duda; aquélla, ajena, siempre concluye extraña e impregnada en un reflejo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario