martes, 17 de diciembre de 2013
"El sexo, como pretexto válido para romper con la monotonía;
el sexo-motor; el sexo-ansiedad; la costumbre del sexo, como un hartazgo cualquiera que se volverá lastre;
el sexo colosal, incontenible, frenético, ambiguo como un juego que confunde y luego aclara y vuelve a confundir;
el sexo-simulacro, el sexo-obviedad. El placer, al fin, como un encomio que vaya justo en sentido inverso a lo que se vive." D. S.
La circunstancia del acto del sexo, la seducción; el ritual de cortejo ante una tela delgada de pudor, seda.
El sexo-amor, la cercanía de dos silencios que se encuentran cuál protones de luz, sin camino, sin destino, sin comienzo ni fin.
El fuego transformador y la acción adecuada, comprimida en un suspiro que tan sublime, refiriendome a la volatilidad del suceso;
violenta cualquiera de las normas de la gravedad, cómo estar en un hoyo negro y...
"El poema debe mezclarse con lágrimas, risas, palabras, promesas, escenas, celos, envidia,
todas las variedades del miedo, viajes al extranjero,
caras nuevas, novelas, relatos, sueños, fantasías, música, danza, opio y vino (...)
Sólo el palpito al unísono del sexo y el corazón puede producir el éxtasis" A.N.
Y no sólo eso, si no la lejanía de esos dos cuerpos que se encuentran esp(e)acialmente colisionando, que crean un perfume,
que hacen de la abstracción la cosa más sencilla y bella de explicar, nunca no con palabras.
En el vaivén divagante de las horas en las que nos encontramos aquí, en este solitario mundo, esperando por una caricia en el alma;
dónde, pensamos, al otro lado de algo, alguien se pregunta también por ti; por tus manías, o por tu voz y tu silencio.
No entiendo el amor, podría llamarle, casi, cúmulo de átomos
desplazándose a prisa por el torrente sanguíneo de dos lenguas enlazadas.
Quizás estoy tan en lo correcto pero tan perdida, a causa no de esconderlo; si no sólo por no engrandecerlo con flores.
Me siento cómo escapando de un aparente vórtice dónde en realidad no hay nada, sólo luces, destellos, movimiento y tristeza.
Me atrevo a decir que es el final del túnel; no sólo el fin, si no constelaciones completas de sentimientos, ya que cómo humanos
nos lamentamos siempre de no ser eternos. Entonces, si este torbellino no contiene nada más mágico ni esencial que lo que por sí mismo representa,
¿Cuál es el sentido de buscarlo, de implorarle y desearlo tanto? El vacío.
Miscelánea. Toujours manie sans delire
el sexo-motor; el sexo-ansiedad; la costumbre del sexo, como un hartazgo cualquiera que se volverá lastre;
el sexo colosal, incontenible, frenético, ambiguo como un juego que confunde y luego aclara y vuelve a confundir;
el sexo-simulacro, el sexo-obviedad. El placer, al fin, como un encomio que vaya justo en sentido inverso a lo que se vive." D. S.
La circunstancia del acto del sexo, la seducción; el ritual de cortejo ante una tela delgada de pudor, seda.
El sexo-amor, la cercanía de dos silencios que se encuentran cuál protones de luz, sin camino, sin destino, sin comienzo ni fin.
El fuego transformador y la acción adecuada, comprimida en un suspiro que tan sublime, refiriendome a la volatilidad del suceso;
violenta cualquiera de las normas de la gravedad, cómo estar en un hoyo negro y...
"El poema debe mezclarse con lágrimas, risas, palabras, promesas, escenas, celos, envidia,
todas las variedades del miedo, viajes al extranjero,
caras nuevas, novelas, relatos, sueños, fantasías, música, danza, opio y vino (...)
Sólo el palpito al unísono del sexo y el corazón puede producir el éxtasis" A.N.
Y no sólo eso, si no la lejanía de esos dos cuerpos que se encuentran esp(e)acialmente colisionando, que crean un perfume,
que hacen de la abstracción la cosa más sencilla y bella de explicar, nunca no con palabras.
En el vaivén divagante de las horas en las que nos encontramos aquí, en este solitario mundo, esperando por una caricia en el alma;
dónde, pensamos, al otro lado de algo, alguien se pregunta también por ti; por tus manías, o por tu voz y tu silencio.
No entiendo el amor, podría llamarle, casi, cúmulo de átomos
desplazándose a prisa por el torrente sanguíneo de dos lenguas enlazadas.
Quizás estoy tan en lo correcto pero tan perdida, a causa no de esconderlo; si no sólo por no engrandecerlo con flores.
Me siento cómo escapando de un aparente vórtice dónde en realidad no hay nada, sólo luces, destellos, movimiento y tristeza.
Me atrevo a decir que es el final del túnel; no sólo el fin, si no constelaciones completas de sentimientos, ya que cómo humanos
nos lamentamos siempre de no ser eternos. Entonces, si este torbellino no contiene nada más mágico ni esencial que lo que por sí mismo representa,
¿Cuál es el sentido de buscarlo, de implorarle y desearlo tanto? El vacío.
Miscelánea. Toujours manie sans delire
Suscribirse a:
Entradas (Atom)