Ahhh las ilusiones libres, las que me impulsan a volar, con los pies atados; lo único verdadero, tan hiriente. Y los niños tristes, brotando sin parar de la matriz condensada del mundo, en ellos, sólo en ellos recae mi tristeza. Luego suena la alarma, las siete de la mañana... regreso al camino de la muerte, aun con telarañas en los ojos y el torbellino de imágenes cubriéndome la carne, me erizo y me voy tan pronto a sentir el desgarre en el pecho, a pensar en el día... en la noche, en los estallidos cristalizados en mi conciencia y en el primer cigarrillo, salgo a tientas, tambaleando de mi caja de cartón y noto que todo siendo un suspiro en la burbuja de la posibilidad, es aún inerte, inexistente. El dolor se disipa y me invaden carcajadas.
viernes, 12 de octubre de 2012
Wesen ist was gewesen ist
Es, a veces, mi derrumbe, mi derrota; esta manía de implotar, de sumergirme en mis ácidos abismos, pero no dejar de estar. Y la vida se vuelve ante mis ojos una absurda nebulosa colectiva que me obliga a respirar, no por convicción si no por el sabor amargo de lo antaño. Es la reacción química de retroalimentación trascendental dentro de mi hemisferio izquierdo la causante de mis males y la única creadora de la eterna danza magnética de iones opuestos, girando a mi alrededor, que no me deja desplazarme libremente, que me chupa el alma y me introduce al parálisis de sueño, que me mece suave, con los ojos abiertos y las piernas, simbólicamente, enterradas en el suelo. Y luego siento llegar a esa araña tejedora, deslizándose como un gusano, que me roe por dentro, intoxicándose de mis pensamientos, carcomiendo parte de las plásticas sensaciones de libertad, las que me mantienen viva. Y los malditos gatos chillones, que no buscan acuerdos, que sólo fueron, están constantemente acechando mi pasado, aferrándose fuerte a mi pecho.
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